Santillana del Mar, enclavada en la hermosa Costa Occidental de Cantabria, se erige como un destino turístico excepcional que combina la belleza natural de su entorno con un rico legado histórico y cultural. Conocida como la "villa de las tres mentiras" porque no es ni santa, ni llana, ni tiene mar, Santillana del Mar cautiva a los visitantes con su encanto medieval, visible en cada rincón de su casco antiguo, donde las calles empedradas y las casas señoriales parecen congeladas en el tiempo. Este municipio, que ha sido declarado Conjunto Histórico-Artístico, es un auténtico museo al aire libre, con la Colegiata de Santa Juliana como joya arquitectónica, una de las iglesias románicas más importantes de España.
El río Saja, que atraviesa el municipio, aporta serenidad al paisaje, con sus aguas cristalinas que fluyen tranquilas entre campos verdes y puentes de piedra, creando escenas pintorescas ideales para el descanso y la contemplación. Las riberas del río, bordeadas de árboles y vegetación autóctona, son perfectas para paseos relajantes, donde el sonido del agua y el canto de los pájaros se mezclan para ofrecer una experiencia de paz inigualable. Este entorno natural se complementa con la imponente Sierra de Huervo, cuyas montañas y valles invitan a los visitantes a adentrarse en su exuberante vegetación, disfrutando de senderos que serpentean a través de bosques frondosos y ofrecen vistas panorámicas que abarcan desde la costa hasta los picos montañosos de la región. Estos paisajes son el paraíso para los amantes del senderismo, la fotografía y la naturaleza.
La costa de Santillana del Mar, aunque modesta en extensión, no decepciona, y la playa de Santa Justa es un claro ejemplo de ello. Esta pequeña y encantadora cala, protegida por acantilados y rodeada de naturaleza, ofrece un refugio idílico para quienes buscan desconectar y disfrutar del mar en un entorno tranquilo. La arena dorada y las aguas cristalinas invitan a tomar el sol, nadar o simplemente relajarse escuchando el murmullo de las olas. Además, la ermita de Santa Justa, encaramada en un acantilado sobre la playa, añade un toque de misticismo y ofrece una parada obligada para los amantes de la historia y la arquitectura. Desde aquí, las vistas sobre el Cantábrico son simplemente espectaculares.
Para aquellos interesados en la fauna y la flora, el Zoo de Santillana del Mar ofrece una experiencia única. Este zoológico, situado en un entorno natural privilegiado, alberga una amplia variedad de especies animales de todo el mundo, desde exóticos felinos hasta aves tropicales y primates. Pero el zoo no es solo un lugar para ver animales; también es un espacio dedicado a la conservación y la educación ambiental, con programas que buscan concienciar a los visitantes sobre la importancia de proteger la biodiversidad. Además, los hermosos jardines botánicos que rodean el zoo muestran una impresionante colección de plantas autóctonas y exóticas, ofreciendo un viaje sensorial por la riqueza vegetal de la región. Pasear por estos jardines es una delicia para los sentidos, con colores vibrantes, aromas embriagadores y la constante compañía del canto de los pájaros.
El centro histórico de Santillana del Mar es un verdadero tesoro arquitectónico que transporta a los visitantes a tiempos pasados. Sus calles empedradas, bordeadas por casas de piedra con balcones de madera adornados con flores, evocan la atmósfera medieval de antaño, invitando a quienes lo recorren a imaginar la vida en la villa siglos atrás. Cada esquina cuenta una historia, y cada fachada es testigo de una rica herencia que se ha conservado con esmero a lo largo de los años. El imponente Palacio de los Velarde, construido en el siglo XVIII en un elegante estilo barroco, se destaca entre las edificaciones del pueblo. Este palacio es una muestra destacada del esplendor arquitectónico de la época, con su robusta estructura y detalles ornamentales que reflejan el poder y la influencia de la familia que lo habitó.
En el corazón del casco antiguo se encuentra la Plaza Mayor, el alma vibrante de Santillana del Mar. Aquí, el Ayuntamiento, con su fachada señorial, se erige como un punto de encuentro para la vida social y cultural del municipio. La plaza, rodeada de edificios históricos, es un lugar de reunión para locales y turistas, donde se celebran mercados, eventos y festividades que mantienen viva la tradición de la villa. Presidiendo la plaza están la Torre de Don Borja y la Torre del Merino, dos robustas estructuras medievales que han sido testigos silenciosos de la historia y la grandeza de Santillana del Mar. Estas torres, con su carácter austero y su imponente presencia, son un recordatorio del pasado feudal de la región y ofrecen una visión fascinante de la historia militar y defensiva del lugar.
Caminar por la calle de Juan Infante es sumergirse en la vida cotidiana de Santillana del Mar. Esta calle, una de las principales arterias del centro histórico, está llena de encanto con sus tiendas locales, donde se pueden encontrar productos artesanales, recuerdos y delicias gastronómicas típicas de Cantabria. La arquitectura tradicional, con casas que conservan su estructura original y detalles que revelan la antigüedad de las construcciones, invita a explorar cada rincón con curiosidad. La calle, siempre animada por el ir y venir de visitantes, es un reflejo del carácter acogedor y auténtico de la villa.
La Colegiata de Santa Juliana, una joya del románico del siglo XII, se erige como uno de los monumentos más emblemáticos y representativos de Santillana del Mar. Su imponente fachada, adornada con detalles arquitectónicos que reflejan la maestría de los artesanos medievales, es solo el preludio de lo que aguarda en su interior. El claustro, un espacio de una belleza serena y silenciosa, invita a los visitantes a sumergirse en la tranquilidad de su arquitectura. La iglesia, que en su origen fue un monasterio benedictino, está dedicada a Santa Juliana, cuya figura se encuentra inmortalizada en el altar mayor. En su interior descansan sus venerados restos, lo que convierte a este lugar en un centro de devoción y espiritualidad. Cada rincón de la Colegiata tiene una historia que contar, desde sus muros, que guardan ecos de la vida monástica, hasta las columnas y arcos que sostienen siglos de fe. Los frescos y las esculturas que adornan el interior son testigos de un pasado de profunda religiosidad, y los visitantes no pueden evitar sentir una conexión con la historia sagrada de la región. La Colegiata de Santa Juliana es, sin duda, un lugar que no solo impresiona por su arquitectura, sino también por la atmósfera mística que lo rodea.
El Museo del Barquillero, ubicado en una encantadora casa tradicional en el corazón del casco histórico de Santillana del Mar, ofrece a los visitantes un recorrido fascinante por la historia artesanal y cultural de la región. El museo, cuyo nombre hace referencia a los vendedores de barquillos que solían recorrer las calles de la localidad, alberga una extensa colección de objetos antiguos, herramientas y utensilios que muestran cómo vivían los habitantes de Santillana del Mar en siglos pasados. Desde antiguos utensilios de cocina hasta elementos de la vida cotidiana, cada pieza expuesta ofrece una visión única de las costumbres, oficios y tradiciones que han marcado la identidad de este pintoresco pueblo. Además, el museo rinde homenaje a la labor de los barquilleros, quienes desempeñaron un papel importante en la economía local, convirtiéndose en una parte esencial de la vida cotidiana en épocas pasadas. Los visitantes podrán aprender sobre la evolución de la artesanía y la historia social de Cantabria, todo ello en un espacio acogedor y educativo que nos transporta a tiempos pasados.
El Convento de San Ildefonso, construido en el siglo XVII, es un remanso de paz y serenidad que invita a la reflexión y la meditación. Ubicado en un entorno apartado del bullicio del centro de Santillana del Mar, este convento es un ejemplo de la arquitectura religiosa de la época, caracterizada por una simplicidad elegante que refleja la vida austera de los monjes que lo habitaron. Su fachada, sencilla pero majestuosa, y su interior sobrio y tranquilo, nos hablan de un tiempo en el que el silencio y la oración eran el centro de la vida monástica. Durante siglos, el convento fue un lugar de recogimiento y devoción, donde los monjes se dedicaban al estudio y la contemplación. Hoy en día, sigue siendo un espacio de calma y serenidad, ideal para aquellos que buscan un refugio de paz en medio de la agitación de la vida moderna. Las paredes del convento, que guardan en su interior el eco de las oraciones y cantos de los monjes, ofrecen un ambiente perfecto para la meditación. El convento sigue siendo un símbolo de la espiritualidad y la historia religiosa de Santillana del Mar.
El Museo de Jesús Otero es otro de los grandes destinos culturales de la región, ofreciendo a los visitantes una inmersión en el arte y la escultura contemporánea. Dedicado a la obra del escultor Jesús Otero, uno de los artistas más importantes de Cantabria, el museo alberga una impresionante colección de sus creaciones, que incluyen esculturas de gran formato, bustos y relieves que reflejan su profunda conexión con la tierra y la cultura cántabra. Las obras de Otero, que fusionan tradición y modernidad, son un testimonio de su capacidad para capturar la esencia de Cantabria a través del arte. Además, el Palacio de Peredo-Barreda, situado en la calle de Santo Domingo, es otro de los lugares que los amantes del arte no pueden dejar de visitar. Este palacio, de estilo barroco, alberga en su interior una colección de piezas artísticas que complementan la oferta cultural de la ciudad. En conjunto, estos espacios proporcionan una visión rica y variada de la producción artística de Cantabria y son una parada obligatoria para quienes deseen conocer más sobre la historia cultural de la región.
Por supuesto, ningún recorrido cultural por Santillana del Mar estaría completo sin una visita al renombrado Museo de Altamira, situado a pocos kilómetros de la localidad. Este museo, uno de los más importantes de España en su categoría, ofrece una experiencia única para los amantes de la arqueología y la prehistoria. Las exposiciones sobre las cuevas de Altamira y su famoso arte rupestre, que data de hace más de 14.000 años, permiten a los visitantes viajar atrás en el tiempo y descubrir cómo vivían los primeros habitantes de la región. A través de réplicas exactas de las pinturas prehistóricas que adornan las paredes de la cueva, los visitantes pueden experimentar la magia y el misterio de este sitio arqueológico único, que es considerado uno de los grandes tesoros de la humanidad. El museo no solo ofrece una visión sobre el arte rupestre, sino también sobre la vida y las costumbres de los antiguos pobladores, convirtiéndolo en una parada imprescindible para aquellos interesados en los orígenes de la humanidad en Cantabria.
Además de su riqueza histórica y cultural, Santillana del Mar ofrece una experiencia gastronómica inigualable que deleita a los paladares más exigentes. Los restaurantes locales, ubicados en encantadoras calles empedradas y plazas históricas, sirven una deliciosa variedad de platos tradicionales cántabros, destacando productos frescos del mar como pescados y mariscos, así como platos de carne y delicias culinarias regionales. Los visitantes pueden disfrutar de una auténtica comida cántabra en un ambiente acogedor y lleno de encanto, que complementa perfectamente la experiencia cultural de la villa medieval.
Para aquellos que buscan actividades al aire libre y contacto con la naturaleza, Santillana del Mar ofrece numerosas opciones para disfrutar del entorno natural que la rodea. Los senderos que serpentean a través de la Sierra de Huervo permiten explorar la belleza de los paisajes montañosos y respirar aire fresco mientras se admira la flora y fauna locales. Además, la cercanía de la playa de Santa Justa proporciona la oportunidad de relajarse en la arena dorada y refrescarse en las aguas cristalinas del mar Cantábrico, completando así una experiencia turística integral que combina lo mejor de la naturaleza y la cultura en Santillana del Mar.
Desde sus pintorescas calles medievales hasta sus impresionantes paisajes naturales, cada rincón de esta encantadora villa medieval invita a los visitantes a sumergirse en un viaje en el tiempo, explorando siglos de historia y disfrutando de la belleza de su entorno natural. Con su rica oferta gastronómica, su patrimonio arquitectónico y cultural, y sus oportunidades para actividades al aire libre, Santillana del Mar cautiva a quienes la visitan, dejando una impresión perdurable y el deseo de regresar una y otra vez para seguir descubriendo sus innumerables encantos.
Lugares de interés del municipio y alrededores: Ubiarco, Tagle, Suances, Hinojedo, Requejada, Puente San Miguel, Oreña, Caborredondo, Perelada, Barreda, Vispieres, San Esteban.