Villares de la Reina, situado a tan solo cuatro kilómetros de la capital salmantina, no es simplemente un tranquilo municipio rural, sino un auténtico testimonio vivo de siglos de historia y tradiciones que han perdurado a lo largo del tiempo, enriqueciendo de manera profunda la provincia de Salamanca con su invaluable legado arquitectónico, cultural y natural. Este pintoresco municipio, perteneciente a la emblemática Comarca de La Armuña, ha sido un testigo privilegiado de la evolución desde la época romana hasta nuestros días. Aquí, las fértiles tierras de cultivo, dominadas por vastos campos de cereales y leguminosas que se extienden hasta donde alcanza la vista, pintan un paisaje bucólico, a la vez hermoso y productivo, que refleja el esfuerzo incansable de generaciones dedicadas a la agricultura.
Entre sus monumentos más destacados, la Iglesia Parroquial de San Silvestre, conocida popularmente como "la catedral de la Armuña" debido a su impresionante tamaño y majestuosidad, se erige como una auténtica joya arquitectónica que impresiona al visitante desde el primer vistazo. Su exterior, de una sobriedad imponente y estilo herreriano, contrasta profundamente con el esplendor barroco y renacentista que inunda su interior. En su nave principal, tallas y retablos que datan de los siglos XIV al XVII narran, a través de su delicado trabajo, la fe, el arte y la devoción de generaciones que han dejado su huella en este templo. La torre, que ha permanecido en pie desde el siglo XIV, es un vestigio de aquella iglesia anterior, recordando de forma majestuosa la historia viva de este lugar sagrado. Aún más impresionante es el órgano monumental, que alguna vez resonó en la majestuosa Catedral de Salamanca y ahora añade una capa extra de belleza y solemnidad a este espacio, invitando a los visitantes a sumergirse en una experiencia de serenidad y asombro espiritual.
Sin embargo, Villares de la Reina no solo se destaca por su monumentalidad, sino también por ofrecer a sus visitantes paisajes de vistas panorámicas inolvidables. A tan solo tres kilómetros del núcleo principal se encuentra la Ermita del Viso, un encantador refugio enclavado en lo alto de una colina desde la cual se domina gran parte de la comarca de La Armuña. Desde esta privilegiada posición elevada, el visitante tiene la oportunidad de ser testigo de algunas de las puestas de sol más espectaculares de la región, donde el cielo se transforma en una paleta de colores vibrantes que parecen encender el horizonte en un fuego celestial. Este mirador, donde el paisaje se despliega ante los ojos como un cuadro viviente, es el lugar perfecto para desconectar del mundo moderno y conectarse profundamente con la naturaleza en su estado más puro.
Otro de los tesoros ocultos de Villares de la Reina es la cercana Aldeaseca de la Armuña, una entidad menor que, a pesar de su tamaño, ofrece su propia rica historia y un patrimonio que fascina a todos aquellos que la visitan. Aquí se alza la majestuosa iglesia de la Santa Cruz, un templo que ha sobrevivido al paso del tiempo, destacándose por su capilla mozárabe y su hermoso coro clasicista, construido en 1607. Este edificio es un reflejo del encuentro entre diferentes estilos artísticos y épocas históricas, una fusión que habla de la riqueza cultural de la región. En su interior, el retablo principal del siglo XVII deslumbra con su ornamentación y detalles meticulosos, mientras que el sagrario tallado en 1559 por el afamado escultor Martín de la Haya es una obra maestra que no deja indiferente a ningún observador. Esta iglesia, junto con las de Palencia de Negrilla y Villaverde de Guareña, es conocida como una de las tres "catedrales" de La Armuña, un título que subraya su enorme importancia tanto a nivel arquitectónico como histórico.
Además, Aldeaseca de la Armuña forma parte de la legendaria Vía de la Plata, una antigua ruta romana que conectaba el norte y el sur de la península ibérica, y que ha sido declarada Bien de Interés Cultural. Caminar por esta ruta no es solo un ejercicio físico, es un viaje en el tiempo, una oportunidad para sentir el peso de los siglos mientras se recorren los mismos caminos que una vez transitaron comerciantes, peregrinos y ejércitos romanos. La Vía de la Plata es un hilo conductor que une el pasado y el presente, revelando los secretos y misterios de una historia rica y compleja que ha moldeado la identidad de estas tierras.
Villares de la Reina también se erige como un modelo de modernidad y progreso, combinando su rica herencia histórica con un desarrollo económico significativo. El polígono industrial de Los Villares, uno de los más importantes de la región, simboliza el crecimiento y la transformación de este municipio, que ha sabido mantener un delicado equilibrio entre su legado y las demandas de la vida contemporánea. La moderna sede del Ayuntamiento es un claro reflejo de esta renovación, uniendo tradición y modernidad en un solo espacio, en el corazón de una localidad que ha sabido adaptarse a los cambios sin renunciar a su esencia más profunda.
Villares de la Reina no es simplemente un lugar para visitar, es un destino que se vive con intensidad y que cautiva a cada visitante. Sus calles, monumentos y paisajes cuentan una historia que sigue viva en cada rincón, una historia que invita al viajero a ser parte de su narrativa, a caminar por sus senderos y a descubrir los secretos que guardan sus piedras milenarias. Aquí, el pasado y el presente se entrelazan en una danza perpetua, creando una experiencia única y enriquecedora que permanece grabada en la memoria mucho después de haber partido.