Benavente, una pequeña joya situada en la provincia de Zamora, se alza con elegancia y dignidad, ofreciendo un viaje a través de su rico pasado y su vibrante presente. Al llegar a esta encantadora ciudad, uno es recibido por la belleza de su centro histórico, donde cada piedra y cada rincón cuentan una historia que invita a ser descubierta. El corazón de Benavente late con fuerza en la Plaza Mayor, un espacio donde la vida cotidiana se mezcla con el eco de épocas pasadas, rodeada de edificios que reflejan la diversidad arquitectónica y la herencia cultural de la localidad. Aunque no sea la parte más llamativa, la plaza es el punto de partida ideal para adentrarse en un recorrido lleno de historia.
Desde la Plaza Mayor, un paseo te lleva hacia la Torre del Caracol, una emblemática atalaya que forma parte del Castillo de la Mota, datado en el siglo XII. Este castillo, que hoy alberga un Parador Nacional, se erige con majestad sobre una colina, brindando vistas panorámicas que quitan el aliento y que, sin duda, han maravillado a generaciones. Al recorrer el parque que lo rodea, uno se siente transportado a otra época, con sus rosales florecientes y la brisa suave que acaricia el rostro, mientras la luz del sol juega entre las hojas de los árboles. A medida que avanzas, el camino te conduce a la Casa de Solita, un hermoso palacete de principios del siglo XX que, con su arquitectura elegante y sus detalles ornamentales, nos recuerda la importancia histórica de esta ciudad como un centro de cultura y conocimiento.
Continuando la ruta, llegamos a la Iglesia de Santa María del Azogue, un magnífico templo que se comenzó a construir a finales del siglo XII y que ha sobrevivido a las inclemencias del tiempo. Su estilo románico, adornado con ornamentaciones góticas, es un testimonio palpable de la maestría de los artesanos de antaño, que dedicaron su vida y esfuerzo a la creación de este espacio sagrado. Al entrar, el interior de la iglesia te envuelve en una atmósfera de paz y reverencia, con cada detalle cuidadosamente conservado, lo que la convierte en un lugar de recogimiento y admiración. Las luminosas vidrieras, que proyectan colores vibrantes sobre el suelo de piedra, crean un espectáculo visual que evoca la devoción de generaciones pasadas y que invita a la reflexión y al asombro.
Tras la visita a la iglesia, el recorrido continúa hacia la Plaza del Grano, donde la vida se agita con el bullicio de los mercados y los aromas de la gastronomía local. Aquí, entre las risas y conversaciones de los habitantes, se alzan edificios modernistas que deslumbran con sus miradores metálicos y balconadas, como la Casa de Marcelino Mancha y el Palacio de los Condes de Patilla, que reflejan la rica historia y la evolución arquitectónica de Benavente a lo largo de los siglos. La plaza es un lugar ideal para descansar y disfrutar de la esencia de la ciudad mientras se degusta un café y se observa la vida pasar, sintiendo la conexión con la historia que fluye en cada rincón.
La gastronomía de Benavente es un deleite para los sentidos, un festín que refleja la riqueza de sus tierras y la tradición de su gente. Los asados, el bacalao, los cangrejos y las truchas son solo algunas de las delicias que se pueden saborear aquí, acompañadas de excelentes vinos locales que realzan cada bocado, convirtiendo cada comida en una experiencia inolvidable. Sin embargo, los verdaderos protagonistas son los pimientos de los Valles de Benavente, que han dado origen a la popular Feria del Pimiento y Productos de la Tierra, celebrada cada septiembre. Este evento no solo es una celebración de la cosecha, sino un testimonio del orgullo de la comunidad por sus productos y tradiciones, donde los visitantes pueden disfrutar de exposiciones, catas y actividades que ponen de relieve el valor de la gastronomía local.
A medida que cae la tarde, Benavente se transforma, y la luz dorada del sol tiñe de calidez sus calles empedradas, envolviendo a la ciudad en un manto de magia y nostalgia. Es un momento perfecto para perderse en las quebradas callejuelas de la ciudad, donde el trazado urbano, que remite a un pasado medieval, se desliza entre edificaciones que han mantenido su sabor popular. Las historias de antaño parecen cobrar vida en cada esquina, invitando a los visitantes a dejarse llevar por la magia de este lugar, donde cada rincón tiene algo que contar y cada paso es un recordatorio de la rica herencia cultural de la región.
Así, Benavente se presenta como un destino que no solo cautiva por su belleza, sino también por la riqueza de su historia, su cultura y su gastronomía. Un lugar donde cada visita es una experiencia que deja huella, un rincón de España que invita a ser explorado y disfrutado, un auténtico viaje al corazón de la tradición zamorana que se siente en cada conversación, en cada bocado y en cada sonrisa de sus habitantes.