Grado, un concejo asturiano que rebosa historia y naturaleza, se presenta como un destino irresistible para los viajeros que buscan explorar la riqueza cultural y paisajística de Asturias. Situado estratégicamente en el Camino de Santiago, Grado no solo es una parada clave para los peregrinos, sino también un punto de encuentro entre tradición y modernidad, donde cada rincón cuenta una historia y cada paisaje invita a la contemplación.
El río Nalón, uno de los principales cursos de agua que atraviesan Grado, serpentea a través del concejo, regalando a sus visitantes una serenidad inigualable. Este río, que ha sido testigo del paso de los siglos, no solo ofrece paisajes pintorescos, sino que también es un espacio para disfrutar de tranquilos paseos a lo largo de sus riberas. A su lado, el río Sama y el río Cubia complementan este entorno acuático, creando un escenario perfecto para los amantes de la naturaleza que buscan desconectar del ritmo frenético de la vida cotidiana.
Para los aficionados al senderismo, el Picu la Berza es una ruta que no se puede perder. Este pico, que se alza majestuoso sobre el paisaje, ofrece vistas panorámicas que recompensan el esfuerzo de la subida. Desde su cumbre, los visitantes pueden admirar un paisaje que se extiende hasta donde alcanza la vista, con los valles verdes de Grado y los ríos que serpentean a través de ellos. Es una experiencia que combina la emoción de la aventura con la paz que solo la naturaleza puede ofrecer.
El corazón de Grado late en sus parques y espacios públicos, como el Parque de San Antonio y el Parque Manuel Pedregal. El primero, con su zona infantil, es un lugar perfecto para las familias que buscan un espacio donde los más pequeños puedan jugar y disfrutar al aire libre. El Parque Manuel Pedregal, con sus majestuosos árboles, es ideal para pasear y relajarse, ofreciendo un refugio verde en medio del concejo. Estos parques son verdaderos pulmones para Grado, espacios donde se puede sentir la conexión con la naturaleza sin alejarse demasiado del casco urbano.
La riqueza histórica de Grado se refleja en su impresionante patrimonio arquitectónico. La Iglesia de Santa María de Restiello y la Capilla de los Dolores, del siglo XVIII, son testimonios del fervor religioso que ha marcado la historia de la región. La Capilla de los Dolores, con su arquitectura sobria y elegante, es un lugar de recogimiento que invita a la reflexión y la oración.
El Palacio de Miranda-Valdecarzana y el Palacio de Bayo, ambos del siglo XVIII, son auténticos símbolos del esplendor señorial que alguna vez impregnó la tierra de Grado. Estas majestuosas edificaciones, construidas con sólidos muros de piedra, evocan la riqueza y el estatus de las influyentes familias asturianas que residieron en la región. El Palacio de Miranda-Valdecarzana, en particular, se alza con una presencia imponente que domina su entorno, su diseño refleja una elegancia que trasciende el tiempo. Los detalles arquitectónicos refinados, desde sus elaboradas fachadas hasta sus interiores cuidadosamente decorados, nos transportan a una época dorada en la que la nobleza de Grado ostentaba su poder y su influencia a través de sus residencias.
Este palacio no solo es un testimonio del poder económico de sus antiguos propietarios, sino también de su buen gusto y de su deseo de dejar una marca perdurable en la historia de Grado. Cada piedra, cada ventana, y cada arco de este magnífico edificio cuenta una historia de la opulencia y la vida aristocrática en Asturias durante el siglo XVIII. Los jardines que rodean el palacio, aunque transformados a lo largo de los años, aún conservan una atmósfera de serenidad que contrasta con la monumentalidad de la construcción, ofreciendo un espacio donde el pasado y el presente se encuentran en un diálogo constante.
Otro punto de interés ineludible es la Iglesia de San Pedro, un templo que data de finales del siglo XIX. Su arquitectura imponente no solo domina el paisaje urbano de Grado, sino que también actúa como un faro espiritual para la comunidad local. Construida en una época en la que Grado comenzaba a modernizarse, la iglesia representa la transición entre lo antiguo y lo nuevo, integrando elementos de diseño tradicionales con un enfoque más contemporáneo. Su robusta estructura de piedra, complementada por delicados vitrales y altos campanarios, invita a los visitantes a entrar y experimentar un espacio de paz y contemplación. El interior, con su nave amplia y sus altares detalladamente ornamentados, proporciona un refugio del bullicio del mundo exterior, un lugar donde se pueden sentir la historia y la espiritualidad que impregnan cada rincón.
No muy lejos de esta joya arquitectónica, se encuentra el palacete Velázquez, un espléndido ejemplo de la arquitectura indiana. Este estilo, traído de regreso a España por los emigrantes asturianos que hicieron fortuna en América, combina lo mejor de ambos mundos: la solidez y el arraigo de la tradición europea con la frescura y la innovación del Nuevo Mundo. El palacete Velázquez, con sus líneas elegantes y su llamativa fachada, es una manifestación palpable de cómo estos emigrantes no solo retornaron con riqueza material, sino también con nuevas ideas y sensibilidades que ayudaron a dar forma al paisaje arquitectónico de Grado. Este edificio no es solo una residencia, sino una declaración de éxito, una muestra de cómo los sueños de aventura y prosperidad se materializaron en piedra y estilo en el corazón de Asturias.
Ambos palacios y la iglesia son paradas obligatorias para quienes deseen sumergirse en la rica historia y el patrimonio cultural de Grado. A través de su arquitectura y su historia, estos monumentos ofrecen una ventana al pasado, permitiendo a los visitantes comprender mejor las influencias y los acontecimientos que han dado forma a la identidad de esta fascinante región.
El Ayuntamiento de Grado, construido en el siglo XIX, y la Plaza del General Ponte, son el centro de la vida cívica y social del concejo. La plaza, con su ambiente vibrante y su arquitectura histórica, es un lugar de encuentro para los habitantes y un punto de partida ideal para explorar el resto de Grado.
Para los interesados en la historia más antigua del concejo, la Iglesia de San Vicente de Castañedo, de origen románico, y el Puente de Peñaflor, que data del siglo XII, ofrecen un viaje al pasado medieval de la región. Estos monumentos son testigos silenciosos de los siglos de historia que han dado forma a Grado, y visitarlos es sumergirse en la rica herencia cultural de Asturias.
Por último, el Museo Etnográfico y de Historia de Grado/Grau es una parada obligatoria para quienes deseen profundizar en la cultura local. Este museo ofrece una visión detallada de la vida en Grado a lo largo de los siglos, desde las tradiciones agrícolas hasta las costumbres populares, y es un recurso invaluable para comprender mejor la identidad de esta región.
Grado es, sin duda, un destino que combina naturaleza, historia y cultura de manera única. Cada rincón del concejo ofrece algo especial, ya sea un paisaje natural impresionante, una joya arquitectónica o una rica historia que espera ser descubierta.