Me desperté temprano y emocionado por explorar el encantador municipio de Bescanó, situado en la comarca del Gironès y parte del área urbana de Girona. Había oído hablar mucho de su rica historia y de los paisajes que lo rodean, y sabía que cada rincón de este pintoresco lugar tenía algo único que ofrecer. Con mi cámara en mano y muchas ganas de descubrir nuevos sitios, me preparé rápidamente y salí, con la mente llena de expectativas y la certeza de que este día estaría lleno de sorpresas. Mientras caminaba por las tranquilas calles de Bescanó, observaba con atención los edificios y detalles arquitectónicos, ansioso por llegar a los primeros puntos de mi itinerario.
Mi primera parada fue el Poblat ibèric del Puig de Can Cendra, un fascinante yacimiento arqueológico cerca del pueblo de Estanyol, en el municipio de Bescanó. Al llegar, me impresionó la majestuosidad de las antiguas murallas ibéricas que rodeaban lo que una vez fue una floreciente ciudad. Este poblado, habitado por las antiguas tribus ibéricas, conserva vestigios de viviendas y calles que se cruzan, lo que me permitió imaginar cómo era la vida en aquellos tiempos tan lejanos. Además, pude observar las ruinas de una villa romana, que añadieron una capa de historia aún más rica a este lugar. Al caminar por las sendas del yacimiento, pude sentir una conexión palpable con el pasado, reflexionando sobre las vidas de aquellos que habitaron este sitio y sobre la evolución de las civilizaciones que pasaron por aquí.
Después, me dirigí al Pou de gel de Vilanna, una impresionante construcción de piedra y mortero de cal que data del siglo XVII. Este pozo de hielo circular fue una maravilla para contemplar. Su tamaño y la perfección de sus muros de piedra me dejaron sin aliento. Aunque ya no se utiliza para su propósito original, la estructura sigue siendo un ejemplo impresionante de la ingeniería popular de la época. Me quedé admirando su arquitectura, que parecía contar una historia de cómo se almacenaba el hielo durante los meses cálidos, cuando no existían los refrigeradores modernos. Imaginé cómo el hielo se almacenaba en grandes cantidades y se utilizaba para conservar alimentos o para fines medicinales. La atmósfera alrededor del pozo, con su entorno natural y la antigüedad del lugar, me ofreció una sensación de paz y asombro.
Continué mi recorrido y llegué a Sant Andreu d'Estanyol, la iglesia parroquial del pueblo de Estanyol. Al acercarme a la iglesia, me llamó la atención su arquitectura sencilla pero llena de detalles. Esta iglesia de una sola nave, construida en el siglo XVIII, se alza orgullosa en el corazón del pueblo, con una fachada barroca que destaca por su armonía y elegancia. Al entrar, fui recibido por la calma del lugar, con sus muros de piedra y las delicadas molduras que adornaban el interior. La atmósfera era serena, perfecta para detenerse a reflexionar y disfrutar de un momento de paz en medio de la rutina diaria. Me senté en uno de los bancos, dejando que el silencio me envolviera, y durante unos minutos me perdí en la tranquilidad del entorno, sintiendo una conexión profunda con la historia de la iglesia y con la vida religiosa que ha tenido lugar allí durante siglos.
Después, me dirigí al centro de Bescanó, donde se encuentra la iglesia de Sant Llorenç. Esta iglesia, de una sola nave, destaca por su arquitectura sencilla pero imponente, con detalles barrocos que adornan su fachada y su interior. La iglesia, con su sólida estructura de piedra, se alza en medio de la Plaza de Sant Llorenç, creando un ambiente sereno y encantador. Al acercarme, no pude evitar admirar la fachada, donde las formas curvas y las ornamentaciones barrocas resaltaban con elegancia. Dentro, el interior ofrece una atmósfera cálida y acogedora, con una decoración sobria pero llena de detalles artísticos que reflejan la espiritualidad de la época. Me tomé un tiempo para explorar cada rincón, observando las pinturas y los elementos litúrgicos que han acompañado a los fieles durante siglos. La paz que se respiraba en el ambiente me permitió conectar profundamente con la historia del lugar y con la tradición religiosa que ha perdurado a lo largo del tiempo.
Continuando mi visita a Bescanó, me dirigí a Sant Sebastià de Bescanó, una iglesia ubicada en el Camí vell de Bescanó a Salt. Esta iglesia, construida en el siglo XVII, es un ejemplo perfecto de la arquitectura popular de la región, con una estructura sencilla de una sola nave. Al llegar, quedé cautivado por su atmósfera tranquila, rodeada de un entorno natural que le otorgaba una sensación de aislamiento y serenidad. La iglesia, modesta en su apariencia, está construida con materiales locales que le dan una sensación de pertenencia al paisaje. Las paredes de piedra y el techo de madera crean un ambiente rústico y acogedor, invitando a los visitantes a detenerse y disfrutar de la paz del lugar. Me detuve frente a ella, disfrutando de su encanto simple pero profundo, mientras me perdía en la belleza de su entorno campestre, un lugar perfecto para reflexionar y apreciar la vida tranquila que caracteriza a Bescanó.
Luego, me dirigí hacia Cal Comte, un edificio histórico en el municipio de Bescanó. Conocido como el palacio de los condes de Berenguer y también como molí de Benages, esta casa señorial me impresionó por su arquitectura grandiosa y su historia fascinante. Construida en el siglo XIX, la casa refleja el estilo del historicismo, con elementos que combinan lo clásico y lo popular, lo que le da una singular belleza. Al caminar por los alrededores, observé con detenimiento la elegancia de sus muros de piedra y las ventanas con detalles ornamentales, que daban testimonio de la riqueza y el esplendor de la época. Al entrar en el edificio, me maravillé con los techos altos, las grandes habitaciones y los detalles decorativos que mostraban la opulencia de la familia que lo habitaba. Me imaginé cómo habría sido la vida en aquellos tiempos, rodeado de lujo y tradición, y no pude evitar sentir una conexión con las historias de la nobleza local que alguna vez residió en este lugar. El edificio, aunque algo apartado de la vida cotidiana, sigue siendo un testigo silencioso de la historia de Bescanó y de la región.
Mi siguiente parada fue la Central Elèctrica de Bescanó, una central eléctrica catalogada como monumento. Construida en el siglo XX, específicamente en 1908, esta central fue uno de los primeros avances en la industrialización de la región y sigue siendo un símbolo de la historia de la energía en la zona. El diseño de la central está claramente influenciado por la corriente del noucentisme, un movimiento artístico que buscaba modernizar las estructuras y la estética catalana. Me impresionó la mezcla de funcionalidad y belleza en su arquitectura, con elementos que recordaban a la arquitectura centroeuropea de principios de siglo. Las líneas sobrias y elegantes de la construcción me hicieron pensar en la importancia histórica de esta central, que no solo jugó un papel clave en la generación de electricidad para la región, sino que también representa una época de transformación tecnológica. Me quedé allí un buen rato, admirando su robustez y la manera en que se integra con el paisaje circundante, testificando el paso del tiempo y el desarrollo industrial de la zona.
Mi último destino fue Sant Mateu de Vilanna, una hermosa iglesia del siglo XVII ubicada cerca de la carretera Bescanó-Anglès. Esta iglesia, con su sencilla pero encantadora nave y su elegante crucero, exhibía un estilo arquitectónico barroco que se reflejaba en cada uno de sus detalles. Al acercarme, me sorprendió la armonía de sus proporciones y la belleza de sus elementos decorativos. La fachada, con sus formas curvadas y las ornamentaciones cuidadosamente talladas, me invitaba a adentrarme en su interior. Al entrar, la serenidad del lugar me envolvió, y pude disfrutar de la tranquilidad que emanaba de sus paredes, decoradas con frescos y detalles dorados que evocaban la riqueza del barroco. Pasé un buen rato en silencio, observando los delicados detalles de las columnas y los altares, reflexionando sobre el paso del tiempo y la relevancia de este espacio para la comunidad local. Sin duda, Sant Mateu de Vilanna fue una parada que destacó por su belleza y la calma que ofrecía a los visitantes.
Antes de despedirme de Bescanó, hice una parada final en Sant Pere de Montfullà, otra iglesia notable del municipio. Esta iglesia, construida a mediados del siglo XVIII, es un ejemplo impresionante de la arquitectura religiosa de la época, con una sola nave que culmina en una bóveda de aristas, que le otorga una sensación de amplitud y grandiosidad. El campanario de planta cuadrada, que se alza a su izquierda, añade un toque pintoresco y define el horizonte del paisaje circundante. La simplicidad y elegancia de su estructura, combinada con la serenidad del entorno, me dejó una sensación de paz. Mientras me detenía frente a la iglesia, observaba cómo la luz del atardecer iluminaba suavemente las paredes de piedra, resaltando los detalles de la fachada. Esta iglesia, tranquila y apartada, es un testimonio más del rico patrimonio histórico de Bescanó, y me ofreció la oportunidad de reflexionar sobre la historia y el legado de la comunidad que ha cuidado de este lugar durante siglos.