Cuenca, provincia de Castilla-La Mancha, es un destino que cautiva por su diversidad de paisajes y su rico patrimonio histórico. Desde las Casas Colgadas de su capital, declarada Patrimonio de la Humanidad, hasta los parajes naturales de la Serranía y la Mancha, Cuenca ofrece un mosaico de experiencias. Con castillos medievales, yacimientos romanos, iglesias renacentistas y humedales protegidos, la provincia invita a explorar su herencia cultural y sus entornos naturales, desde hoces escarpadas hasta lagunas esteparias.
Las Casas Colgadas, emblema de la capital, son viviendas del siglo XV que se alzan sobre la hoz del Huécar, simbolizando el carácter único de Cuenca. Estas construcciones, con balcones suspendidos sobre el abismo, forman parte del casco antiguo declarado Patrimonio de la Humanidad y albergan el Museo de Arte Abstracto Español. Su audacia arquitectónica y las vistas del cañón del Huécar las convierten en un punto imprescindible para admirar la fusión de historia y paisaje que define la ciudad.
La Catedral de Cuenca, joya del gótico temprano, comenzó a construirse en el siglo XII y destaca por su mezcla de estilos románicos, renacentistas y contemporáneos. Su arco de Jamete y las vidrieras modernas iluminan un interior con bóvedas ojivales y capillas ornamentadas. Situada en la Plaza Mayor del casco antiguo, esta catedral es un hito cultural que refleja la importancia histórica de la capital, atrayendo a visitantes interesados en el arte sacro y la arquitectura medieval.
La Ciudad Encantada, en la Serranía de Cuenca cerca de Valdecabras, es un parque natural con formaciones kársticas moldeadas por la erosión, creando rocas de formas caprichosas como hongos o barcos. Este enclave, rodeado de pinares, ofrece senderos señalizados que permiten explorar su geología única. Similarmente, el Nacimiento del Río Cuervo, en Vega del Codorno, impresiona con sus cascadas y senderos boscosos, siendo un refugio de naturaleza ideal para caminatas y fotografía.
El Castillo de Belmonte, en la Mancha conquense, es una fortaleza gótico-mudéjar del siglo XV construida por Juan Pacheco. Restaurado en el siglo XIX, este castillo en Belmonte destaca por sus torres y su patio de armas, evocando la historia medieval de la región. En Mota del Cuervo, los Molinos de Viento, con el Molino del Zurdo como protagonista, coronan una loma conocida como “El Balcón de la Mancha”, ofreciendo un paisaje quijotesco que conecta con la tradición molinera manchega.
La Laguna de Uña, en la Serranía Alta, es un ecosistema acuático rodeado de riscos y conectado al río Júcar, ideal para la observación de fauna como aves acuáticas y rapaces. La Laguna de Manjavacas, en Mota del Cuervo, forma parte del complejo lagunar manchego y es un humedal estepario que alberga especies protegidas como el cernícalo primilla. Ambos humedales, junto a las Hoces del Río Cabriel cerca de Villora, con sus gargantas salvajes y biodiversidad, resaltan la riqueza natural de Cuenca.
Cuenca también presume de un legado histórico diverso. La Iglesia de Santiago Apóstol en San Clemente, con bóvedas estrelladas y cruz de alabastro, y la Iglesia de San Gil Abad en Motilla del Palancar, con bóvedas geométricas, son ejemplos renacentistas declarados Bien de Interés Cultural. El Puente Romano de Iniesta, reconstruido en 1591, y las Minas de Lapis Specularis en Huete, con visitas a las Cuevas del Sanabrio, narran la herencia romana. La Ruta de las Caras en Buendía, la Ermita de la Virgen de Rus en San Clemente, y el Convento de Jesús y María en Huete completan una provincia donde historia, naturaleza y arte crean un destino inolvidable.